Todo cambia, cambia...uf, bueno, no sé que decir en realidad. De lejos escucho Wicked Game de Chris no-sé-cuanto y su voz tan sensual, aunque ya terminó la canción. Me gusta el cover que hace HIM, es más rockero, creo. ME DUELE LA ESPALDA, A LOT., el ventilador del computador suena, mi rodilla suena, mis manos en el teclado suenan, el perro ladrando de lejos se siente, todo pasa.
Me rasco el hombro, me estiro un poco. Pienso. Me muerdo el dedo, estiro el cuello.
No quiero nada, de nada. Estoy en el estado máximo de un perezoso. Deseando estar acostado y sin saber del mundo, ojalá pudiera estar así un día, solamente un día. Que me dejaran en paz, que nadie me molestara. No me enojaría, saben. La gente es tan poco empática, supongo.
No quiero crecer. Bueno, ya crecí, pero no quiero enfrentarme a la realidad.
Quiero dormir.
No ahora, claro, pero dormir. Dormir harto.
Esto es tan banal, tan banal, que me llego a dar rabia conmigo misma.
Corte.
viernes, 15 de agosto de 2014
El dios del tiempo
Tic, tic, punto.
Manecillas, segundero, minutero y horario.
Estás colgado o en mi mano.
De sol, si fue de antaño,
pero sólo durante el día,
al marcharte la clepsidra te sustituía.
La caída lenta de la arenilla
marca un compás profundo y cauteloso,
los segundos y la vida, como pasan percibidos
ante mis ojos; mis sentidos.
Eres como un dios del tiempo que gobierna mis momentos.
Me atas y me alertas,
me despiertas y me contemplas.
Estás presente en la eternidad,
inacabada y estremecedora.
Para algunos eres casi invisible
o presente, pero con una indiferencia cotidiana no te sienten.
Yo en cambio, me sumerjo en tu péndulo cruel,
impío y sistemático,
porque envidio tu perenne naturaleza de volver y volver...
Manecillas, segundero, minutero y horario.
Estás colgado o en mi mano.
De sol, si fue de antaño,
pero sólo durante el día,
al marcharte la clepsidra te sustituía.
La caída lenta de la arenilla
marca un compás profundo y cauteloso,
los segundos y la vida, como pasan percibidos
ante mis ojos; mis sentidos.
Eres como un dios del tiempo que gobierna mis momentos.
Me atas y me alertas,
me despiertas y me contemplas.
Estás presente en la eternidad,
inacabada y estremecedora.
Para algunos eres casi invisible
o presente, pero con una indiferencia cotidiana no te sienten.
Yo en cambio, me sumerjo en tu péndulo cruel,
impío y sistemático,
porque envidio tu perenne naturaleza de volver y volver...
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