viernes, 15 de agosto de 2014

El dios del tiempo

Tic, tic, punto.
Manecillas, segundero, minutero y horario.
Estás colgado o en mi mano.
De sol, si fue de antaño,
pero sólo durante el día,
al marcharte la clepsidra te sustituía.
La caída lenta de la arenilla
marca un compás profundo y cauteloso,
los segundos y la vida, como pasan percibidos
ante mis ojos; mis sentidos.
Eres como un dios del tiempo que gobierna mis momentos.
Me atas y me alertas,
me despiertas y me contemplas.
Estás presente en la eternidad,
inacabada y estremecedora.
Para algunos eres casi invisible
o presente, pero con una indiferencia cotidiana no te sienten.
Yo en cambio, me sumerjo en tu péndulo cruel,
impío y sistemático,
porque envidio tu perenne naturaleza de volver y volver...


No hay comentarios:

Publicar un comentario