lunes, 7 de noviembre de 2011

El lado amable

Me inscribí para el voluntariado de la Teletón 2011
¿Por qué? Realmente no sé. No me mueven las razones.
Pero he descubierto lentamente en el tiempo algo que me define.
A pesar de la brutalidad y aspereza con la que puedo tratar a las personas (en broma) la mayoría
de las veces, me agrada ser amable, me hace sentir muy feliz.
Pongo el ejemplo: cosas de la Universidad, ayudar a la gente en la calle, abuelitos (se roban mi corazón), etc.
No sé porque, pero suele nacer de mi.
Recuerdo dos hechos particulares que marcan esto.
Hace dos años, acompañé a mi hermana a su universidad, y afuera de su facultad había un abuelito (tipo 80 años), sentado, llorando y realmente estaba destrozado.
Sinceramente, no pude seguir caminando y dejar eso así y me devolví a preguntarle en pos de consuelo, que le sucedía. Él me contó que había ido a cobrar su pensión como todos los meses y le dijeron que hubo un cambio de día (el venía de villa alemana a valparaíso, es harto el trayecto) y no tenía dinero para devolverse.
En realidad no la pensé mucho y le pasé $1000 para que pudiera viajar de nuevo. Él no quería aceptar el dinero, pero era yo quien no quería aceptar que me lo negara.
Luego de eso, partí con mi hermana, quien me miraba extrañada, pensando que quizás era un show lo que montaba el caballero.
Sonreí inmediatamente, porque respuesta para algo así, claro que la tenía.
Era evidente que era cierto, pienso rápido en esas situaciones.
Primero, el caballero nunca insinuó pedirme dinero, fui yo quien se lo ofrecí.
Segundo, las lágrimas de una persona, nunca mienten.


El otro hecho, fue este año, cuando fui a buscar mis nuevos lentes ópticos (soy un poquito miope)
Justo iba a comprar pan para luego ir a mi casa (era un día domingo, así que estaba con prisa)
y en eso un abuelito se me acerca para preguntarme donde quedaba el correo. Sepan que soy pésima explicando direcciones y calles, así que me ofrecí para llevarlo, tenía que enviar una carta y luego necesitaba ir a comprar a una farmacia natural, también le acompañé en su trayecto.
De verdad, no sé porque hice todo eso, el cargo de conciencia de que si lo dejaba solo y le pasaba algo pesaba toneladas.
Luego de acompañarlo, el totalmente un caballero insistió en invitarme un café e ir a conversar.
Fue realmente una buena experiencia, me contó de su vida y todo.
Al ir a encaminarlo a la micro, el señor me dejó su número telefónico porque quería seguir en contacto conmigo.
Claramente, lo guardé.
Pero no lo llamé.
Creo que hay cosas que simplemente deben quedar así.
Forzar otras situaciones me parece complicado y me incomoda lo suficiente.

Descubrí que soy capaz de hacer cosas de buen corazón.
Bueh, acabo de decir una virtud

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