Siento que ya no volverán aquellos días en donde todo era más simple.
Nadie intentaba proyectarse hacia un futuro desgarrador.
Me aniquilaba pensar en el mañana.
Todavía.
Soñaba que el status quo de la vida me daría beneficios, solo que nada es estático.
Que las luchas y atropellos, que los cánticos etéreos, miserables sin ser escuchados, que las noches llenas de pesadumbre no vuelven; no volverán.
Tú risa me parece distante y mis recuerdos rechazan olvidarla, todo es tan confuso, tan lejano.
Caminar, hablar y reír eran una esfera cotidiana, hasta llegar al punto de encuentro semanal.
El ambiente envolvía mucha intelectualidad, pero ya no está más.
Las personas se apartan, y nosotros nos quedamos acá.
Yo no cambio, estoy cautelosa ante los demás, como un gato quien siente la amenaza territorial.
Inesperadamente, sin previo aviso, todo se queda atrás.
Mientras yo, estancada, me rehúso a aceptar que el hoy, traidor y lacerante, nos quita más la humanidad.
Y todos son parte de un tránsito, y que la vida trae nuevas sorpresas;
mientras la nostalgia que envuelve mi corazón blindado se apodera de todo lo ya pasado,
más lamento todavía, los ciclos enterrados: ya no estás más.