sábado, 21 de mayo de 2011

No hay pasión que se pueda amarrar

Y que si no te lo digo
¿te darías cuenta?
Y que si no me lo dices
¿no me importaría?
Miras a todos con desprecio
caminando con altivez fecunda en ti
Crees que todo está a tus pies
y finges muy bien, eh.
Yo pagué mi condena
soportando tu ser
No duró mucho, lo sé
¡No quiero pasar por aquello otra vez!
Esperando en la esquina
te observé fijamente
¿cómo iba a saberlo?
Te camuflabas en tu querer
Que mientras los autos pasaban raudamente
que tu boca con lápiz labial impregnado
y un perfume que mata a todos quienes 
su pene dispuestos a usar están
Y que no te importa siquiera un poco cobrar
por un minuto de placer extremo
Y que yo lloro por dentro
sintiéndome como un idiota
por quererte tanto y no ser tuyo ni de nadie
Y que cuando te besaba creía que había amor
y que cuando te tocaba podía sentir tu ardor
Pero eras de todos, así es.
Eras de muchos, lo sé.
Mientras dirigías tu mirada a tu nueva víctima
posaste por un segundo tus ojos en mi
Fue entonces cuando comprendí tu naturaleza de mujer libertina
y supe inmediatamente que habías elegido:
Preferías mil noches de placer distintas
en vez de una aburrida, siempre la misma.

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