Entro.
Me siento. Todo en silencio.
Antes de que empiecen las costumbres de antaño,
huiré si es necesario.
Las butacas están vacías.
La mayoría.
Yo estaba atrás, con un lápiz raudo calando pesado en mi libreta.
Estaba atenta, siempre atenta.
La gente me miraba raro
¿Por qué? ¿Molesta era mi presencia?
Que sé yo.
Me divertía condenadamente hacer esto.
Hace años que no piso una Iglesia, soy atea, ¿saben?
Pero no es por eso, precisamente, es porque me perturban en si.
Tanto detalle, diseño, objeto colgante.
Tan uniformadas las bancas, las oraciones, los rezos.
"Que de pie, pueden sentarse, orad hermanos míos, canten, canten, la paz"
Los católicos son extraños.
Los evangélicos más cálidos.
Aunque para mi todo es igual.
Era el mes de María, noviembre aproximadamente.
Llegué temprano del colegio y partí a realizar mi experimento.
Muchas cosas evoqué.
Yo era parte de eso, antes.
Si, lo era.
Sólo que las cosas cambian, los roles se invierten.
Nunca creí mucho, en verdad.
Me preguntaba tantas cosas, pero a respuestas innecesarias
escepticismo creciente.
A los 12 dejé de creer en una mentira.
A los 16 intentaron convertirme nuevamente a la mentira.
A los 20 sigo firme a mi convicción.
No volveré a creer, no volveré a creer.
Porque para mi la existencia de cierto líder espiritual me va como a quien
le va lo que un extraño haga con su vida;
me va y me irá siempre.
No siento lo que otros sienten.
Mi corazón la religión no acepta.
Es tan frío como esas butacas vacías
a la espera, siempre a la espera de otro ser adquirir.
Me siento. Todo en silencio.
Antes de que empiecen las costumbres de antaño,
huiré si es necesario.
Las butacas están vacías.
La mayoría.
Yo estaba atrás, con un lápiz raudo calando pesado en mi libreta.
Estaba atenta, siempre atenta.
La gente me miraba raro
¿Por qué? ¿Molesta era mi presencia?
Que sé yo.
Me divertía condenadamente hacer esto.
Hace años que no piso una Iglesia, soy atea, ¿saben?
Pero no es por eso, precisamente, es porque me perturban en si.
Tanto detalle, diseño, objeto colgante.
Tan uniformadas las bancas, las oraciones, los rezos.
"Que de pie, pueden sentarse, orad hermanos míos, canten, canten, la paz"
Los católicos son extraños.
Los evangélicos más cálidos.
Aunque para mi todo es igual.
Era el mes de María, noviembre aproximadamente.
Llegué temprano del colegio y partí a realizar mi experimento.
Muchas cosas evoqué.
Yo era parte de eso, antes.
Si, lo era.
Sólo que las cosas cambian, los roles se invierten.
Nunca creí mucho, en verdad.
Me preguntaba tantas cosas, pero a respuestas innecesarias
escepticismo creciente.
A los 12 dejé de creer en una mentira.
A los 16 intentaron convertirme nuevamente a la mentira.
A los 20 sigo firme a mi convicción.
No volveré a creer, no volveré a creer.
Porque para mi la existencia de cierto líder espiritual me va como a quien
le va lo que un extraño haga con su vida;
me va y me irá siempre.
No siento lo que otros sienten.
Mi corazón la religión no acepta.
Es tan frío como esas butacas vacías
a la espera, siempre a la espera de otro ser adquirir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario